Economía para peques

Economía para peques

Holaaaa,

Esta semana me gustaría compartir con vosotros dos pequeñas «experiencias» que hice con mis sobris hace seis  años, en la  época de Navidad.

Tengo cuatro sobris, dos mellizos, niños de doce años, otro niño de diez y una niña de doce (tenían 6 y 4 años cuando hice este experimento.

Durante el mes de diciembre,  estuve conviviendo con mis sobris los mellizos, ya que por motivos personales tuvieron que adelantar la visita navideña a Madrid. Durante esos días, aprendí muchiiisimas cosas de mis pequeños «moquetes». Me llamaba especialmente la atención, la forma que tienen de ver la vida.

En el terreno sentimental, tienen muy bien estructurada en la cabeza, la función de cada miembro de la familia, amigo, conocido. Saben perfectamente qué pueden esperar de cada uno y cómo solicitarlo.

En mi caso, a pesar de considerarme una persona adulta, me siguen viendo como compañera de juegos.

La experiencia en cuestión, comenzó, cuando les enseñé la hucha-cerdo que, durante todo el mes de Diciembre, íbamos a intentar llenarla de monedas, para que, al final del año, la abriésemos y pudiésemos comprar lo que quisiéramos.

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Durante los primeros días, ambos niños, se dedicaban a pedir monedas a todos los miembros de la familia. Los abuelos y padres resignados, rebuscaban en los bolsillos para darles monedas.

Pasaban los días y ambos ideaban nuevas formas de sacar dinero. Me decían: «Mira tía, voy a poner a la vista el dibujo que he hecho y a quien le guste que eche monedas»; » Ya que el Belén nos ha quedado tan bonito, vamos a poner el cerdito al lado, para que la gente nos eche moneditas». Me resultaba muy curiososo como su ingenio se iba desarrollando, para poder conseguir más moneditas y rellenar el cerdito. Cada día cogían el cerdito y comprobaban como su contenido y peso iban aumentando.

¡¡¡LLegó el gran día!!! Una mañana antes de nochevieja, abrí el cerdito y nos pusimos a contar el dinero. Madre mía, habíamos conseguido 18 € para cada uno, estaban como locos!!

Repartimos el dinero en cada monedero y nos fuimos a correr la aventura de comprar cosas, ¡¡¡con nuestro propio dinero!!!. No os podéis imaginar, la cara de ilusión que tenían. Ellos eligieron los sitios donde debíamos ir a comprar. La primera parada fué el kiosco, uno de ellos decidió comprarse una revista, la cogió todo ilusionado….su cara cambió cuando le dije que costaba 5 €. Entonces me dijo: «Si me gasto 5 €, ya sólo me quedan 13″…. 

Al final, después de pensarlo unos minutos, decidió comprarse la revista.

Manos

La siguiente parada, fué en un bazar, recorrian los pasillos como locos cogiendo cosas, encantados de la vida…hasta que hacíamos las cuentas…»Si sumamos todo….te quedan 3 €….» Se quedaban desolados, cuando caían en la cuenta de que, después de casi un mes de ahorro, solo podían comprarse tres o cuatro cosas medianas cada uno….

La siguiente reacción fue curiosa, uno de ellos me dijo: «Bueno no pasa nada, nos lo compras tú y ya está, así nos quedamos con el dinero». Como os podéis imaginar, mi afirmación fue tajante; todos los juguetes, sería pagados con sus ahorros.

Para mi sorpresa, salimos de esa tienda con un tren y un diábolo para uno y unos botones para el otro. Sumando el precio de la revista, los botones y estos dos juguetes, ¡¡¡se habían gastado 13 € entre los dos!!!.

Después de la última tienda, me dijeron que ya querían ir a casa a jugar con lo comprado y que el resto del dinero preferían ahorrarlo.

Mi segunda experiencia, la lleve a cabo con mis otros dos sobris, una niña de seis años y un niño de cuatro. El día de reyes, vinieron a casa de sus abuelos, donde les esperaban unos 6 o 7 paquetes a cada uno.

Regalos

Después del desconcierto inicial, comenzaron a abrir los paquetes, sin dedicarles mas de dos o tres minutos al contenido. Cuando terminaron de abrir los paquetes dijeron :»Vamos a casa del tío, a ver que han dejado los reyes allí»

De camino a casa de su tío, me confesaron, que en su casa, cada uno, había tenido unos veinte paquetitos…

En casa de su tío, decidimos, que hubiese un solo regalo para casa uno. Cuando llegaron al salón, comprobaron que los camellos, se habían comido la lechuga y los reyes, se habían bebido la leche. Después, se quedaron desilusionados al comprobar, que sólo había dos paquetes. Los dos regalos depositados en casa de su tío les gustaron mucho pero se notaba su decepción, por no tener más regalos que abrir.

No sé que os parece a vosotos, pero a mi, las reacciones de los peques, me parecen curiosas. De forma generalizada, los cuidadores, tanto padres, abuelos, tíos… para que no les falte de nada, estén contentos y puedan tener más de lo que nosotros tuvimos, hemos entrado en un dinámica, que creo, no beneficia a nuestros queridos peques. No prentendo dar lecciones, porque en primer lugar, yo no soy madre, ni una experta en psicología. Simplemente, me gustaría que nos tomásemos tiempo para persar y tratar de hacer entender a los niños, el valor que tienen las cosas.

No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.

Sosteniblízate

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